Julia Wong Kcomt
Me afectó también la muerte de Chally (Carlos Cruzado Reyes), compré un ramo de flores, pero no me atreví a llevarlo personalmente. Luego recapacité y fui muy temprano en la mañana, al siguiente día de mi llegada a Chepén... Fui casi de madrugada a la casa de la señora Yola.
La puerta estaba extrañamente, abierta y entré como miles de veces cuando era niña e iba a comer gallo frito con el tío gallero de Chally o a coserme algún vestido con la señora Yolanda, caminé todas esas habitaciones por las que no había vuelto a transcurrir la mirada durante más de 20 años, no había nadie, en ninguna habitación. Estuve casi diez minutos en silencio en esa casa en la que de niña había hecho tantas travesuras y había gozado del crudo pro solidario humor de Chally.
Que dolor debe ser para su madre, no quiero ni imaginármelo. También pienso en mi madre, en las partidas, vuelvo a pensar en Paquito Peralta, Willy Gonzales, mis sobrinos también fallecidos, a la memoria...
Recuerdo que cuando era niña, Chally siempre me hacía bromas o porque estaba muy descuidada o por los amigos que tenía y recordaba cosas que yo parecía haber olvidado hace mucho.
Era alegre, un poquito criticón y muy buen amigo. Pero mejor que todo, era un gran hijo. El amor con el que se expresaba de doña Yolanda era insuperable.
Mi hermano y él eran muy amigos y por eso tuve la oportunidad de disfrutarlos juntos en muchas ocasiones. No me queda otra cosa que desear que su familia encuentre pronto consuelo.
(Fuente: "La Botica de Calico en Chepén" Nº 234)
Me afectó también la muerte de Chally (Carlos Cruzado Reyes), compré un ramo de flores, pero no me atreví a llevarlo personalmente. Luego recapacité y fui muy temprano en la mañana, al siguiente día de mi llegada a Chepén... Fui casi de madrugada a la casa de la señora Yola.
La puerta estaba extrañamente, abierta y entré como miles de veces cuando era niña e iba a comer gallo frito con el tío gallero de Chally o a coserme algún vestido con la señora Yolanda, caminé todas esas habitaciones por las que no había vuelto a transcurrir la mirada durante más de 20 años, no había nadie, en ninguna habitación. Estuve casi diez minutos en silencio en esa casa en la que de niña había hecho tantas travesuras y había gozado del crudo pro solidario humor de Chally.
Que dolor debe ser para su madre, no quiero ni imaginármelo. También pienso en mi madre, en las partidas, vuelvo a pensar en Paquito Peralta, Willy Gonzales, mis sobrinos también fallecidos, a la memoria...
Recuerdo que cuando era niña, Chally siempre me hacía bromas o porque estaba muy descuidada o por los amigos que tenía y recordaba cosas que yo parecía haber olvidado hace mucho.
Era alegre, un poquito criticón y muy buen amigo. Pero mejor que todo, era un gran hijo. El amor con el que se expresaba de doña Yolanda era insuperable.
Mi hermano y él eran muy amigos y por eso tuve la oportunidad de disfrutarlos juntos en muchas ocasiones. No me queda otra cosa que desear que su familia encuentre pronto consuelo.
(Fuente: "La Botica de Calico en Chepén" Nº 234)