viernes, 22 de julio de 2011

UN DÍA EN PACANGA



Por: Iván La Riva Vegazzo
http://ivanlariva.blogspot.com


Gracias al apoyo del alcalde distrital de Pacanga, don Santos Cerna Quispe y de mi amigo Carlos Morales, funcionario municipal, he podido recorrer este lejano distrito de la provincia de Chepén, encontrando más de una sorpresa turística. Nuestra mañana empezó con un desayuno de lomito saltado acompañado con esponjosas yucas, asentado con un buen café pasado. Delicioso. El circuito lo inicié en la Plaza de Armas pacanguina cuya alegoría a las garzas, ave característica de la zona, embellece el entorno.

La primera visita fue a Huaca Rajada, monumento mochica construido con adobes en los que claramente se pueden notar las incisiones de la totora con que se confeccionaron los moldes. El humedal ubicado al pie de la huaca confirma mi aseveración. Desde su cima pude apreciar los tres distritos de la provincia, Chepén, Pueblo Nuevo y por supuesto Pacanga. Dos enormes algarrobos se levantan sobre sus estructuras; majestuosos y añejos cuidan la huaca desde tiempos ancestrales. Al pie, los campos de arroz con sus diversos matices de verde embellecen el paisaje.

Más adelante, recorrimos un antiguo camino pre inca. Según el mapa que me servía de guía, este unía el valle del Jequetepeque con el de Zaña. Su trazo es una perfecta línea recta de 38 kilómetros y en algunos tramos se pueden apreciar sus muros laterales de adobe. Este debió ser el famoso “camino de la costa” que usó Túpac Yupanqui para dirigirse al Cuzco luego de conquistar tierras ecuatorianas, haciendo un alto de Cherrepe. Lo usó Diego de Almagro a su regreso del norte antes de elegir donde se fundaría Trujillo, y seguro lo usaron los piratas que desembarcaron en Cherrepe para atacar la antigua ciudad de Zaña. También lo usó Antonio Raimondi en su viaje hacia Lambayeque, pues así lo relata en sus crónicas.

A la altura del caserío San Juan de Dios dejé esta antigua obra vial para encontrarme con la carretera Panamericana. Siguiendo hacia el sur llegué al complejo arqueológico de Cerro Colorado, un interesante y amplio monumento mochica cuyas estructuras y muros son de piedra y barro; destacando nítidamente su rampa de acceso, bastante bien conservada.

Antes de retornar a nuestro punto de partida, Pacanga, pasamos por el caserío de Pacanguilla donde se acaba de inaugurar la plaza de armas más grande del valle, con una superficie muy similar o casi igual a la de Trujillo. Impresionante. Antes del ansiado almuerzo visitamos a doña Eufemia Cueva quien aún prepara el famoso “clarito” de chicha, excelente licor que está en vías de extinción en el distrito. Esta típica bebida constituyó un excelente aperitivo que antecedió el delicioso arroz con pato guisado que almorcé y como postre degusté las dulces chancaquitas que prepara doña Luzgarga Muñoz.

Al atardecer nos dirigimos a la Huaca Dos Estacas ubicada en al pie de un poblado de nombre bastante peculiar: Caín. La estructura está bastante deteriorada, pudiéndose distinguir aún su rampa de acceso. Siguiendo un camino rural llegamos a san José de Moro, antiguo centro ceremonial donde se descubrió a la famosa Sacerdotisa mochica, enterándome que hasta hoy se han hallado siete. Previamente visité a mi amigo, el ceramista y maestro shaman don Víctor Alfredo Casas Jara quien, con la amabilidad de siempre me enseñó su última producción cuyo mercado principal será el Cuzco