Carmen Torres Tello
Cada año escribo un artículo diferente para saludar a mis amigos... esos seres especiales que Dios, Bendito siempre, puso en mi camino... y aunque las palabras varían, el significado es siempre el mismo, porque mis amigos -esos seres especiales- son los que me aman, los que me contienen, los que me esperan, los que me apoyan, los que me hacen reír, los que iluminan cada día de mi vida, los que comparten mis sueños, los que -muchas veces- enjugan mis lágrimas, los que me dan tanto que nunca podría retribuir lo que de ellos he recibido...
Por todo ello, amo a mis amigos y porque...
Puedo llorar muchas veces, puedo sentirme muy sola en algún momento, puedo sufrir por uno u otro motivo, puedo anhelar algo que no voy a conseguir, puedo sentir mucha nostalgia por lo que no volveré a tener, puedo tener todas las penas del mundo, puedo sentir alguna vez que un nudo me aprieta la garganta... puedo sentirme muy cansada de luchar...
Pero es entonces cuando uno de ellos... mis amigos -esos seres especiales-, llama, o escribe, o envía un mail o me deja un mensaje en facebook, o aparece frente a mí con una enorme sonrisa y todo vuelve a estar bien.
Esa es la magia de la que siempre hablo, la magia del amor y la amistad, que perdura a través de los años y que cubre cualquier distancia… La magia que nos envuelve al mirar una foto, al escuchar una canción, al recordar momentos vividos a plenitud.
Cuando hablo de mis amigos -esos seres especiales- me gusta también rescatar algo que nos une y nos identifica, los códigos, las frases que de tanto repetir quedaron grabados en nuestro corazón y que aunque hayan pasado mil años, al hablarnos brotan espontáneamente.
Los códigos… las palabras y los nombres que solíamos cambiar… y que al volver a vernos nos permiten -por un momento al menos- volver a ser los mismos… como si el tiempo no hubiera pasado, como si los años ni nos hubieran rozado.
¿Quién no ha pasado largas horas -café y cigarro por medio- con un amigo sin sentir que el tiempo pasaba, sin querer que el tiempo pase, sin precisar nada más que disfrutar ese precioso momento?
Tener amigos es la mayor fortuna, ellos siempre traerán la paz a tu corazón cuando creas haberla perdido… ellos siempre estarán a tu lado aunque físicamente estén a miles de kilómetros de ti, porque la amistad es eso, ¿te acuerdas lo que te decía antes? Es la magia de sentir en tu hombro esa mano amiga, de escuchar en el silencio esa voz querida… de ser consolado cuando algo te lastima.
Por eso a mis amigos -esos seres especiales- no los saludé exactamente el 14 de febrero, Día del amor y la amistad… porque todos los días del año, todo el tiempo, yo los llevo en mi corazón.