Antes del año 1960, dentro de las constantes migraciones de la sierra a la costa, llega a Chepén, María; una mujer muy hermosa, de buen porte, tez blanca, cabello castaño, ojos claros (según algunos, ojos color miel) acompañada de su esposo un señor de apellido Palomino; ambos muy jóvenes en busca de un mejor futuro y estabilidad para su potencial familia. Son acogidos, como era costumbre en esos tiempos por personas que llegaron antes a Chepén con iguales objetivos.
Lamentablemente, el esposo conoce en Chepén a otra mujer de quien se enamora perdidamente y se marcha con ella, quedando María muy desprotegida y abandonada, lo que le causa un impacto emocional – mental del que nunca se recuperaría. Con su enfermedad mental que empieza a ser cada vez más notoria, empieza a deambular. En un principio algunas personas le dan acogida y alimento pero luego ya sea por cansancio o miedo empiezan a rechazarla.
Así empieza su caminata errante por las calles y a dormir en la vía pública; siendo sus principales puntos de “hospedaje” la estación del tren (hoy Galerías Comerciales de la Av González Cáceda) y la esquina del “Balcón abandonado” que dígase de paso era temido especialmente por los niños en ese entonces, frente a la actual Plaza santa Rosa.
El pueblo le asignó el sobrenombre de “María Paloma” por el apellido de su marido –Palomino- que como ya dije la abandonó ocasionándole su “locura”. Esta pobre mujer deambulaba errante por las calles con su “atao” (equipaje) sobre la espalda (costumbre que trajo de la sierra) y fue por años objeto de burla y mofa especialmente por los niños y jóvenes del pueblo, aun recuerdo que de manera inmisericorde le gritaban “María Paloma” o “María Paloma Calzón de guardia” o tiraban cosas, para luego huir de ella, que con lógico enfado los corría, agravando con ello su estado emocional.
Aproximadamente el año 1968 María se conoce con otro personaje de parecidas características a ella el “mudo Timoteo” quien estaba siempre en el camal ayudando a los matarifes a cambio de algún trozo de “gualdrapa” o una propina para sobrevivir. Ambos hacen pareja y se acompañan en esa vida errante, Continúan durmiendo en las calles y comunicándose de una manera peculiar por la mudez de él, Pero con evidente cariño mutuo, llevando una vida llena de carencias y mendicidad. Se acompañaron muchos años; casi cerca de los 80 que Timoteo fallece.
A estas alturas el deterioro mental de María se agrava, empieza a andar a veces mal cubierta o semidesnuda, o bañarse desnuda en “la acequia” que atraviesa el pueblo, ante la vista de todos. Hasta que, aproximadamente entre los años 82 – 84, la encontraron un día muerta en la calle que fue siempre su hogar.
Así terminó el sueño de una mujer andina, hermosa que con la ilusión de ser mejor en la vida llegó a Chepén pero la suerte y la fortuna la castigaron por mas de 20 años que solo le sirvieron para ser el personaje que aun muchos recordamos vagar por nuestras calles, bajo nuestra mirada lejana e indiferente. Convirtiéndose así en la típica “loca del pueblo”, tomada como mal ejemplo por las familias chepenanas. Aún recordamos frases “estas sucia como la María Paloma”, “estas más abandonada que la María Paloma” o “aquí vagando como la María Paloma”.