"En Pacanga (Provincia de Chepén) me enteré de la existencia de los duendes, diminutos seres blancos y rubios que se alimentan de la sabia lechosa de las plantas como los papayos y las higueras, pero lo que les fascina es la leche de las mamás; ellos roban a los niños lactantes y luego de jugar con ellos, los dejan abandonados en la orilla de la laguna con un pedazo de barro sobre su barriguita, para que no lloren y para mamar tranquilamente de la madre dormida; por eso, a estos duendes se les conoce como OMORTSISI, o roba niños.
Para ahuyentar a los duendes bastaba colocar una tijera cerca de la cama y un trapo rojo; pero muchas mamás jóvenes no estaban enteradas de estos repelentes de duendes y eran las escogidas por ellos. Allí también me enteré que los niños son muy sensibles a la magnética mirada de las personas, que llaman "mal de ojo", que se curaba con rezos y santiguadas de personas especializadas y si era muy fuerte, se apelaba al huevo de gallina o al cuy, como último recurso."
(Carlos Ramón Noriega Torero, Espíritu Mochica - Cuentos de Chepén)
Para ahuyentar a los duendes bastaba colocar una tijera cerca de la cama y un trapo rojo; pero muchas mamás jóvenes no estaban enteradas de estos repelentes de duendes y eran las escogidas por ellos. Allí también me enteré que los niños son muy sensibles a la magnética mirada de las personas, que llaman "mal de ojo", que se curaba con rezos y santiguadas de personas especializadas y si era muy fuerte, se apelaba al huevo de gallina o al cuy, como último recurso."
(Carlos Ramón Noriega Torero, Espíritu Mochica - Cuentos de Chepén)
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