lunes, 2 de marzo de 2009

Blasco Bazán e Isaac Goldemberg: Diálogo


Isaac Goldemberg y Blasco Bazán dialogaron:

Trescientos sesenta y uno escritores tiene La Libertad, de ellos cuarenta y uno son mujeres, y hoy estamos reunidos dos chepenanos, dijo Blasco en el conversatorio que sostuvo en el auditorio “César Vallejo” de la 4ª Feria del Libro de Trujillo con su compañero Isaac Goldemberg.

Blasco empezó describiéndolo: Isaac es de aquellos hombres de recia personalidad, con una lectura facetada de lo peruano y lo judío. De inmediato Isaac motivado por las palabras de su colega y amigo, por la afluencia de público, y por la presencia de sus patrocinadores, representantes de la Embajada Americana, sentados en primera fila, caminó hacia el podio y empezó a leer para todos, el primer capítulo de su novela, El escorpión.

Blasco preguntó además por sus inicios como escritor, a lo que muy brevemente Isaac respondió que él se inició como escritor por el cine: … de pronto me convertí no en un espectador si no en un lector de las películas. Esto me proporcionó una entrada indirecta a la literatura, refiriéndose a aquellas películas adaptadas de obras literarias.

Luego me mudé para Lima, continuo diciendo, a una casa de un pariente que había viajado y descubrí que había dejado una biblioteca atiborrada de libros de literatura europea y judía, pero nada de libros de autores peruanos […] de niño no me importaba nada de los grandes nombres de autores, solo las historias que me atrapaban. Hasta tal vez no entendía lo que decían, pero sí el cómo se decían.

Después hizo varios intentos de escribir, pero confesó que las historias no funcionaban. Ya estando el en Nueva York logró conjugar en su historia el mundo judío y el peruano en un lugar tan cerrado como Chepén y esta historia empezó a fluir. Así surge su novela del viejo mercachifle, “La vida a plazos de Don Jacobo Lerner”.

A lo que Blasco comentó que Chepén es una cantera importante en la obra de Isaac, reconoció también su prosa elegante y la nostalgia que le ha hecho escribir poesía. Acto seguido Isaac recita al público “Oración fúnebre”.

Ya casi al final de su presentación Goldemberg habló sobre la función del narrador en cada novela suya, comentando que cada obra necesita de uno diferente. Y que por eso él para no aburrir siempre empieza una obra pensando en quién va a narra la historia; piensa en su edad, en su género, en sus experiencias, en cuánto sabe de la historia, en qué va a contar; para encarnarlo y narrar.

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